Historia Corta por
D.E.J.QUILO©
Viernes 6:25 AM, De mañana salía la joven presentable
con el pelo recogido con un gancho viejo de madera, pues el pelo lo tenía
largo, y era castaño oscuro, cursaba la edad de 25 años, los cuales le
aprovechaban muy bien, pues se hacía de parejas jóvenes de una noche, chicos o
chicas todo le daba igual, viva sola con su madre, la cual era la cuarta esposa
y eso a ella le daba asco y envidia, la chica se llamaba Erika Rusel Almibara, delgada,
de tés blanca, ojos marones los cuales los delineaba con negro, los labios los
pintaba de rosa, y en ocasiones se vestía como una típica sobria chica fácil, a
todo mandado que le daba la madre, ella rebuznaba, con diferentes supuestos
trabajos de la universidad esa era su excusa, era día de ir a estudiar de
mañana, “un soleado día”, así se percibía, se vistió con un pantalón de esos
apretados de lona clara y una blusa blanca con un largo escote y zapatos bajos
a los cuales les llaman de bailarina de color azul, tomaba su mochila y salía
de su casa, ella no se llevaba el automóvil de la madre el cual era un sedan,
pues había sido un regalo de su padrastro, así que Erika, tomaba todo el tiempo
el metro de la ciudad de San Miguel, su madre Julia
Almibara, se le olvidaba en ocasiones la hora a la que Erika debía de
irse a la universidad,… ¡Erika!... ya el reloj marco la hora de irte, -decía la
madre- afuera de la puerta de su habitación, a lo que Erika ni respondía, así
que Julia abría la puerta la cual estaba cerrada con llave, que para su
sorpresa Erika ya se había ido, Julia cerraba con paciencia la puerta sin
somatarla, aunque por dentro sentía mucha rabia por lo que hacía Erika, pero a
Julia, después de que su hija se iba de la casa, que por cierto era una casa
grande con muchas habitaciones, a Julia no le importaba Erika, pues a Julia
Almibara, lo único que más le importaba era su ahora amante, Tomás Potros, padre de dos hijas las cuales eran
gemelas y un hijo con su primera esposa llamada Luz
Adriana Cabañas, los cuales se llamaban, Ruth Genoveva y Rubí
Adriana Potros, y su hijo quien era el más pequeño Abiú Samuel Potros, ellos ignorantes de que su
padre tuviera a tres esposas mas, mantenían una estrecha amistad con el hasta
ahora padre de casa, pero a Tomas se le hacía muy fácil engañar a su esposa
Adriana, pues siempre todos los viernes en la noche y en ocasiones los martes,
siempre tenía la escusa de el incontable trabajo de supervisar los restaurantes
de su pertenencia, los cuales ascendían a 26 solo los de la región en las
cercanías, también tenía 5 más en otras localidades internacionales, a los
cuales visitaba irregularmente los días sábados 2 de cada mes, Tomas Potros,
era un tipo adinerado con cuatro esposas, 3 hijos propios y 5 mas, entre ellos
estaba Erika toda una adolecente adulta y rebelde con cualquier regla, y tomas
y Erika no se llevaban bien, a tomas le gustaba que sus hijos le respetaran, y
a Erika no le gustaba respetar sus consejos, y mucho menos sus mandatos, a
Tomas le caía muy mal que Erika fuera así, en otros días hasta habían peleado
por horarios que no tenían ninguna importancia, y cada vez que Tomas llegaba a
la casa que él le había comprado a su madre Julia, Erika subía a su habitación
y como cualquier chica adolecente se perdía en el tiempo, ablando y ablando con
sus amigos encerrada con la puerta con llave, esa actitud le daba alegría a su
madre, pues aunque no lo creyera nadie a su madre le importaba mas Tomas, y aun
también por su dinero.
El viernes de apoco se terminaba, y Erika disfrutaba
de sus amigas y amigos en la universidad, entre tanta platica salió la invitación
de sus amigos para que fueran a un lugar alejado para relajarse, que entre
letras esto significaba que alguna clase de sustancia adictiva iba a consumirse
esa tarde hasta la noche, en donde existiría el sexo, Erika sin dudarlo les
dijo que estaba bien y tal era su afán que hasta le robo un beso a un chico que
ni conocía de la universidad, y eso lo hizo solo para demostrarles a sus amigos
de lo dispuesta que estaba para todo, mientras en su casa su madre Julia,
esperaba anhelosa a alguien, en la casa vivían Erika y su madre Julia, pero en
uno de todos los cuartos vivía también el jardinero, un muchacho delgado y
amable, el cual siempre andaba por ahí escuchando y viendo todo lo que hacían
Julia y Erika pero de forma indiferente, Alberto Barqueta, era un tipo algo
barbado de pelo bien recortado, de cara larga y sereno, siempre andaba con un
pantalón de lona azul gastado, unos tenis blancos bajos marca Adidas, unas
playeras de diferentes motivos y colores ya desgastados, y cuando hacia frio
una chaqueta gris, larga con capucha medio impermeable con un forro caliente en
franela, así era Alberto Barqueta, sobrino de una amiga de Julia, Alberto solo
miraba de lejos a Julia que caminaba ese viernes de aquí a allá, intranquila,
impaciente, pero de forma indiferente a Alberto no le importaba, a veces se
reía entre dientes, y movía su cabeza en una expresión de negación, y mientras
Julia, con su incesante intranquilidad de esa tarde ya casi llegando la noche
en su casa esperando a Tomas Potros o a alguien más, Erika le ponía rienda
suelta a sus pies, se salieron antes de la universidad, pues con sus amigos
caminaban hasta el lugar solitario y escondido de unos edificios de
apartamentos clausurados para iniciar con su aventura adictiva, Erika con el
pelo alborotado, la mochila que ya se le caía del hombro, llevaba de la cintura
a una su amiga la cual la miraba fijamente, y de pronto se besaban y se ponían
a reír con una risa nerviosa, los amigos se acercaban y las manoseaban sin qué
ellas rebatieran a estos abusivos, todo era risa, besos y el deseo de conocer
más allá de lo alucinógeno, entre risas, besos y todo eso, una amiga le
pregunto a Erika por su madre Julia, ¿y tu mama que, ella sabe donde estas? -le
dijo- ¿o no le preocupas?, -para ella mejor si no estoy -dijo- Erika, a ella le
preocupa más su amante o amantes más que yo, y Erika con una cara de apatía sin
importarle nada subió los hombros -y dijo- de forma despectiva, ¡hoy soy libre!
y comenzó a reírse y con ella su amiga Corina, mientras en los Pensamientos de
Erika se alojaban disgustos y profunda tristeza, y mientras Erika y sus amigos
se acercaban a lugar dispuesto, Julia, ahora estaba sentada en el comedor
esperando, de pronto sonó una bocina de carro dos veces de forma alargada y
sostenida, Julia se levantó de la cilla nerviosa y apresurada, tomo su cartera
y salió por la puerta, el carro era un sedan marca Audi, color blanco perlado
de vidrios oscuros, Julia no se había dado cuenta que Alberto estaba sentado en
un bajo muro de decorado del frente de la casa,
ella solo cerró la puerta y corrió deprisa hacia el carro, entonces
Alberto la vio y -le dijo- que ¡tenga una buena noche señora Julia!, ella
voltio a ver, Alberto estas aquí, -le dijo ella-, pensé que estabas adentro en
la casa, entonces le lanzo las llaves, y -le dijo- hay te despierto para que me
abras, está bien le dijo Alberto, no se preocupe señora, entonces se abrió de
forma automática la ventanilla del carro blanco, Alberto se dio cuenta que no
conocía al sujeto, era un tipo fornido, de tez blanca y barba en forma de v,
pero que le iba a importar eso a él, así que se levantó del bordillo y entro en
la casa.
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