viernes, 12 de septiembre de 2014

LOS PASOS DE UN ASESINO O ASESINA. CREANDO UNA HISTORIA POLICIAL

 
Los Pasos de un Asesino o Asesina
Historia Corta por
D.E.J.QUILO©
Viernes 6:25 AM, De mañana salía la joven presentable con el pelo recogido con un gancho viejo de madera, pues el pelo lo tenía largo, y era castaño oscuro, cursaba la edad de 25 años, los cuales le aprovechaban muy bien, pues se hacía de parejas jóvenes de una noche, chicos o chicas todo le daba igual, viva sola con su madre, la cual era la cuarta esposa y eso a ella le daba asco y envidia, la chica se llamaba Erika Rusel Almibara, delgada, de tés blanca, ojos marones los cuales los delineaba con negro, los labios los pintaba de rosa, y en ocasiones se vestía como una típica sobria chica fácil, a todo mandado que le daba la madre, ella rebuznaba, con diferentes supuestos trabajos de la universidad esa era su excusa, era día de ir a estudiar de mañana, “un soleado día”, así se percibía, se vistió con un pantalón de esos apretados de lona clara y una blusa blanca con un largo escote y zapatos bajos a los cuales les llaman de bailarina de color azul, tomaba su mochila y salía de su casa, ella no se llevaba el automóvil de la madre el cual era un sedan, pues había sido un regalo de su padrastro, así que Erika, tomaba todo el tiempo el metro de la ciudad de San Miguel, su madre Julia Almibara, se le olvidaba en ocasiones la hora a la que Erika debía de irse a la universidad,… ¡Erika!... ya el reloj marco la hora de irte, -decía la madre- afuera de la puerta de su habitación, a lo que Erika ni respondía, así que Julia abría la puerta la cual estaba cerrada con llave, que para su sorpresa Erika ya se había ido, Julia cerraba con paciencia la puerta sin somatarla, aunque por dentro sentía mucha rabia por lo que hacía Erika, pero a Julia, después de que su hija se iba de la casa, que por cierto era una casa grande con muchas habitaciones, a Julia no le importaba Erika, pues a Julia Almibara, lo único que más le importaba era su ahora amante, Tomás Potros, padre de dos hijas las cuales eran gemelas y un hijo con su primera esposa llamada Luz Adriana Cabañas, los cuales se llamaban, Ruth Genoveva y Rubí Adriana Potros, y su hijo quien era el más pequeño Abiú Samuel Potros, ellos ignorantes de que su padre tuviera a tres esposas mas, mantenían una estrecha amistad con el hasta ahora padre de casa, pero a Tomas se le hacía muy fácil engañar a su esposa Adriana, pues siempre todos los viernes en la noche y en ocasiones los martes, siempre tenía la escusa de el incontable trabajo de supervisar los restaurantes de su pertenencia, los cuales ascendían a 26 solo los de la región en las cercanías, también tenía 5 más en otras localidades internacionales, a los cuales visitaba irregularmente los días sábados 2 de cada mes, Tomas Potros, era un tipo adinerado con cuatro esposas, 3 hijos propios y 5 mas, entre ellos estaba Erika toda una adolecente adulta y rebelde con cualquier regla, y tomas y Erika no se llevaban bien, a tomas le gustaba que sus hijos le respetaran, y a Erika no le gustaba respetar sus consejos, y mucho menos sus mandatos, a Tomas le caía muy mal que Erika fuera así, en otros días hasta habían peleado por horarios que no tenían ninguna importancia, y cada vez que Tomas llegaba a la casa que él le había comprado a su madre Julia, Erika subía a su habitación y como cualquier chica adolecente se perdía en el tiempo, ablando y ablando con sus amigos encerrada con la puerta con llave, esa actitud le daba alegría a su madre, pues aunque no lo creyera nadie a su madre le importaba mas Tomas, y aun también por su dinero.
 
El viernes de apoco se terminaba, y Erika disfrutaba de sus amigas y amigos en la universidad, entre tanta platica salió la invitación de sus amigos para que fueran a un lugar alejado para relajarse, que entre letras esto significaba que alguna clase de sustancia adictiva iba a consumirse esa tarde hasta la noche, en donde existiría el sexo, Erika sin dudarlo les dijo que estaba bien y tal era su afán que hasta le robo un beso a un chico que ni conocía de la universidad, y eso lo hizo solo para demostrarles a sus amigos de lo dispuesta que estaba para todo, mientras en su casa su madre Julia, esperaba anhelosa a alguien, en la casa vivían Erika y su madre Julia, pero en uno de todos los cuartos vivía también el jardinero, un muchacho delgado y amable, el cual siempre andaba por ahí escuchando y viendo todo lo que hacían Julia y Erika pero de forma indiferente, Alberto Barqueta, era un tipo algo barbado de pelo bien recortado, de cara larga y sereno, siempre andaba con un pantalón de lona azul gastado, unos tenis blancos bajos marca Adidas, unas playeras de diferentes motivos y colores ya desgastados, y cuando hacia frio una chaqueta gris, larga con capucha medio impermeable con un forro caliente en franela, así era Alberto Barqueta, sobrino de una amiga de Julia, Alberto solo miraba de lejos a Julia que caminaba ese viernes de aquí a allá, intranquila, impaciente, pero de forma indiferente a Alberto no le importaba, a veces se reía entre dientes, y movía su cabeza en una expresión de negación, y mientras Julia, con su incesante intranquilidad de esa tarde ya casi llegando la noche en su casa esperando a Tomas Potros o a alguien más, Erika le ponía rienda suelta a sus pies, se salieron antes de la universidad, pues con sus amigos caminaban hasta el lugar solitario y escondido de unos edificios de apartamentos clausurados para iniciar con su aventura adictiva, Erika con el pelo alborotado, la mochila que ya se le caía del hombro, llevaba de la cintura a una su amiga la cual la miraba fijamente, y de pronto se besaban y se ponían a reír con una risa nerviosa, los amigos se acercaban y las manoseaban sin qué ellas rebatieran a estos abusivos, todo era risa, besos y el deseo de conocer más allá de lo alucinógeno, entre risas, besos y todo eso, una amiga le pregunto a Erika por su madre Julia, ¿y tu mama que, ella sabe donde estas? -le dijo- ¿o no le preocupas?, -para ella mejor si no estoy -dijo- Erika, a ella le preocupa más su amante o amantes más que yo, y Erika con una cara de apatía sin importarle nada subió los hombros -y dijo- de forma despectiva, ¡hoy soy libre! y comenzó a reírse y con ella su amiga Corina, mientras en los Pensamientos de Erika se alojaban disgustos y profunda tristeza, y mientras Erika y sus amigos se acercaban a lugar dispuesto, Julia, ahora estaba sentada en el comedor esperando, de pronto sonó una bocina de carro dos veces de forma alargada y sostenida, Julia se levantó de la cilla nerviosa y apresurada, tomo su cartera y salió por la puerta, el carro era un sedan marca Audi, color blanco perlado de vidrios oscuros, Julia no se había dado cuenta que Alberto estaba sentado en un bajo muro de decorado del frente de la casa,  ella solo cerró la puerta y corrió deprisa hacia el carro, entonces Alberto la vio y -le dijo- que ¡tenga una buena noche señora Julia!, ella voltio a ver, Alberto estas aquí, -le dijo ella-, pensé que estabas adentro en la casa, entonces le lanzo las llaves, y -le dijo- hay te despierto para que me abras, está bien le dijo Alberto, no se preocupe señora, entonces se abrió de forma automática la ventanilla del carro blanco, Alberto se dio cuenta que no conocía al sujeto, era un tipo fornido, de tez blanca y barba en forma de v, pero que le iba a importar eso a él, así que se levantó del bordillo y entro en la casa.

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