jueves, 18 de septiembre de 2014

LA RISA ETERNA DEL REY TIRAND




La Risa Eterna del Rey Tirand

Historia Corta por

D.E.J.QUILO©

 

Ja, ja, jo, ja que chiste, ah ja, ja, ja, ja, las carcajadas del inmisericorde rey Tirand, se escuchaban en todo el palacio Volfalfas, todos sus nobles se reían junto a él, de la precisa e inteligente actuación de Maltriakis, el humilde bufón, el cual estaba condenado a morir, pues el rey, había dado una orden a sus soldados, que si el chiste de Maltriakis no le daba risa, tendría que morir decapitado, para angustia de Maltriakis, su esposa e hija pequeña estaban enfermas, y peligraban de muerte, pues la fiebre las tenía en cama, así que Maltriakis, el bufón del palacio, tenía que presentar su mejor actuación enfrente de todos los nobles, esperando que el rey se riera de su mejor chiste y actuación.

Unos días atrás antes de la actuación, Maltriakis, el bufón, estaba sentado afuera de su humilde hogar, pensando en los actos que presentaría en la corte del rey, y muy angustiado por la salud de su esposa y pequeña hija, y más aun por la sentencia que el rey había impuesto sobre el injustificadamente, el triste Maltriakis se levanto y se dirigió a un árbol grande que estaba cerca de su casa, tenía unas ramas gruesas y muy anchas y largas, como pudo se subió en él, se recostó en una rama y se puso a contemplar el cielo el cual de a poco se torno oscuro y las estrellas fueron visibles, sus ojos se llenaron de lagrimas, las cuales recorrían sus mejías, como caminos trazados en el despoblado de un bosque, Maltriakis lloraba por su esposa y por su pequeña, la veía correr por el campo feliz, con una muñeca en la mano, y su esposa de cabello rojizo, la veía sentada en un mantel en un día de campo con abundante comida, mientras Maltriakis pensaba en sueños posibles, observo algo inusual, una estrella se movió de su lugar, dejando tras de ella una estela brillante de luz, Maltriakis nunca había visto algo así, pero lo primero que binó a su mente fue pedir algo a esa estrella, pues era su primera vez, luego se rio, se bajo del árbol y volvió a su casa, su esposa e hija dormían tranquilamente.

 En el día de la presentación, Maltriakis no sabía que presentar, por alguna razón sentía que sus chistes lo matarían, estaba en blanco, indeciso, así que lo que pensó fue en improvisar algo chistoso, mofándose del mismo rey, y de sus ordenes absurdas de muerte, con algunas cosas improvisó un bastón y una corona torcida, se mancho la cara de blanco con harina y salió a su actuación.

 

Maltriakis, entro cojeando sin la corona ni el bastón, luego se levanto actuando como el rey con la corona torcida y el bastón, hacia ruidos y golpes, se inclinaba, y suplicaba como lo hacían los pobres que habían muerto por ordenes del rey, de a poco el rey comenzó a reírse, con una leve sonrisa, después la risa era evidente, Maltriakis había logrado que el rey se riera, Maltriakis siguió actuando como todo un artista, después de un rato el rey Tirand, estaba dándose a carcajadas y sus súbditos  y nobles también, el rey Tirand, no dejaba de reírse, entre risas -le dijo- a Maltriakis, ¡eres muy bueno bufón!, ¡realmente eres muy bueno!, a lo que Maltriakis contesto, ¡Gracias mi rey!, inclinándose en reverencia, ¡No te vayas todavía bufón!, -dijo- el rey, de todas formas vas a morir, Maltriakis no lo podía creer, el rey había roto su promesa, decapítenlo –dijo el rey- riéndose, los soldados tomaron a la fuerza a Maltriakis, lo esposaron y lo llevaron al tronco, pero uno de los nobles se acerco al verdugo y le dijo que le dejaran libre, pues había cumplido con su actuación.

Maltriakis volvió a su casa, su esposa estaba mejor y también su pequeña hija, el estaba feliz y a salvo con su familia, fue despedido del palacio, pero todo mejoro para él, un amigo lo invito a contar sus chistes en su taberna, y todos se reían de sus chistes, Maltriakis, “el bufón” prospero como un buen hombre, y nadie olvido nunca sus chistes.

Lo que pidió Maltriakis, a la estrella en su deseo, fue que el rey no parara de reírse nunca, si él lo hacía reír, y así fue, el rey Tirand, siguió y siguió riéndose después de la presentación de Maltriakis, “el bufón”, y se dijo que era el mejor de todos los chistes, pues el rey no pudo parar de reírse nunca, se cuenta que en el viejo palacio todavía se escucha su risa eterna.

Los malos riéndose o llorando, algún día pagaran su propia maldad, y ese día, para los desvalidos será el mejor chiste, pues nos riéremos justamente.              

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