Ladrón, Por Suerte
Historia corta por
D.E.J.QUILO©
6:01 am, de la mañana, viajaba en el metro mi joven
amigo, Cleofás Alamar, el era un tipo amable cuando se requería, algo
mentiroso, y un no tan suertudo hombre, que trabajaba todavía en la perdurable agencia
de cartas en el correo, colocando sellos de direcciones internacionales y
mejorando cartas mal escritas, ese era Cleofás, un sujeto, el cual no hacía
mucho, estaba molestando y enamorando por medio de cartas incansablemente a una
chica llamada Irina Desvaro, una chica rubia, de buenas curvas, y delgada, de
ojos grises y el pelo rizado, se pintaba los labios de rojo fuego, era toda una
chispita, y Cleofás era el carbón que había encendido ya hacia un tiempo, pero
un hombre sin mucha suerte de seguro no tendría la mas mínima posibilidad de
que Irina le hiciera caso, pero para Cleofás no era una chica cualquiera y eso
hacía que el continuara con la búsqueda de su amor.
El Robo y El billete de Lotería.
Pues esa mañana mi amigo Cleofás iba en el metro muy
temprano a su trabajo, todos los asientos estaban llenos, ya muchos se
sostenían de las barras verticales o horizontales, parados en el metro, así que
Cleofás, no le quedaba más que hacer, se sostuvo de una barra vertical cerca de
la puerta del metro para poder salir con más tranquilidad, pero Cleofás no era
el único que iba sostenido de tal barra, otro sujeto con cara de malhechor le
acompañaba muy de cerca, de pronto el metro paro en una parada en la cual subió
más gente, lo peor de todo es que no tenían respeto, toda la gente se movían como en una carrera,
unos se pegaban contra otros tratando de ocupar un lugar, fue en ese mismo
instante en que el tipo con cara de malhechor, quien solo se sostenía con una
mano de la barra vertical, y la otra mano la llevaba en la bolsa del pantalón,
se acerco a Cleofás por detrás, saco la mano de su pantalón, y como un fantasma
metió la mano en la bolsa del pantalón de Cleofás para sacarle su billetera, lo
cual logro con éxito, pero en el mismo instante en que el ladrón saco la mano
de su pantalón se le cayó un billete de lotería, y este se dio cuenta, pero ya
no podía hacer nada, pues una señora muy amable recogió el billete de lotería y
se lo dio a Cleofás, la cual muy amable -le dijo-, ¡Joven se le cayó su
billete!, Cleofás voltio a ver a la señora, y vio lo que le estaba dando, “el”
se lo recibió, se sonrió con ella y -le dijo-, gracias señora, es usted muy
amable, de nada -le respondió- la señora, Cleofás solo tomo el billete y lo
guardo en la bolsa de su pantalón, el ladrón solo se reía dentro de sí pues tenía
la billetera de Cleofás, la cual tenía bastante dinero, como unos 500 billetes,
pues Cleofás pensaba comprarle algo a Irina. Y al ladrón, ¿por qué le
importaría un billete de lotería perdedor?, pues el número era complicado para
que saliera ganador, el número era: 55553333, del gran poso ganador de “Lo Que
Usted Busca”, el metro siguió, hasta que llego
a lugar donde Cleofás bajaría, pues su trabajo quedaba a tan solo unas
cuadras, Cleofás bajo del metro, pero no bajo solo, alguien lo seguía de lejos,
era el ladrón el cual se llamaba Felipe Suertudo,
¡y vaya! que si lo era, pues le había robado con facilidad a Cleofás, Cleofás
siguió su camino, desviándose un poco de su trayectoria habitual, pues iba a
desayunar en un café casi todas las mañanas, el cual se llamaba “Café Lino”, el
dueño era un italiano viejo pero muy amable a su manera, y servía un café
exquisito con unas tostadas de fresa espectaculares y por su puesto los
desayunos, Cleofás entro al café, se sentó en una mesa de la esquina y espero a
que un camarero lo atendiera, rápidamente llego con Cleofás un mesero, ¿qué le
sirvo? -le dijo- un joven amable, ¿ya vio nuestro menú de desayunos?, “si”,
muchas gracias, creo….que voy a pedir los huevos, el café y las tostadas de
fresa -le dijo- Cleofás al joven mesero, con gusto -le dijo- el mesero y se fue
a dar el pedido a la cocina, fue allí en ese instante en que Cleofás se dio
cuenta que su billetera ya no estaba, y ahora como pagaría la cuenta, y sin
pensarlo fue rápidamente al mostrador y llamo al camarero, hoye muchacho, creo
que ya no quiero el desayuno, -le dijo- Cleofás con una cara de infortunio, ¿Por
qué? -le dijo- el mesero, ¿tiene algún problema?, ¡sí!, es que me robaron mi
billetera y no tengo como pagar, -respondió- Cleofás, entonces de más adentro
del restaurante se escucho una voz que -dijo-, no hay ningún problema con el
dinero muchacho, otro día me pagas, ¡gracias don Lino! –respondió- Cleofás, la
voz era del viejo italiano dueño del café, ¡este muchacho!... –dijo el viejo-
viene todas las mañanas y todo el tiempo paga la cuenta, sírvanle su desayuno, Cleofás,
fue y se sentó en su mesa, mientras Cleofás comía su desayuno, el ladrón Felipe
Suertudo lo observaba desde a fuera de la ventana del café, pues el malhechor
no era tan malo, tenía algo de moral, pero no le duraba mucho, el ladrón había
llegado a dejarle su identificación personal y otros documentos importantes,
pero no lo hizo, y solo se fue.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario