Ladrón, Por Suerte
Historia corta por
D.E.J.QUILO©
Cleofás y el Billete de Lotería.
Mientras Cleofás desayunaba, se acordó del billete de
lotería que la señora le había dado, metió su mano en la bolsa de su pantalón y
saco un algo arrugado billete de lotería, Cleofás, solo lo miraba y se reía
dentro de sí, cundo de pronto apareció el mesero, pues le llevaba un pedazo de pastel que don Lino
le regalaba, ¡Don Lino le regala este pedazo de pastel!, -dijo el- mesero, ¡muchas
gracias! –dijo- Cleofás al mesero, y después dirigiéndose a don Lino -dijo
Cleofás- casi gritando, muchas gracias don Lino por el pastel, ¡está bien
muchacho! –respondió- don Lino, desde adentro de la cocina, entonces el mesero
se dio cuenta del billete de lotería de Cleofás, ¡va a tener suerte! -le dijo-
el joven mesero, Cleofás se dio cuenta a lo que se refería el joven, ¡pues eso
espero! –respondió- Cleofás riéndose, ¡aunque el numero esta algo difícil! –dijo-
el mesero, Cleofás se rio a un mas, y mientras el mesero se alejaba la risa le
fue disminuyendo al ver el complicado numero del billete de lotería, se levanto
de la mesa y salió a su trabajo, mientras Cleofás caminaba hacia su trabajo,
miraba detenidamente el billete de lotería y se dio cuenta que en el billete de
lotería había escrito un nombre, con lápiz que casi no se miraba, “Felipe
Suertudo”, era el nombre escrito en un
espacio lineado, Cleofás se rio, puesto que el apellido no coincidía con el
complicado numero del billete de lotería,
entonces llego al correo y como todas las mañanas se sentó en su
escritorio a trabajar, pero antes de hacerlo tomo un lápiz, borro el nombre que
estaba escrito, y escribió su nombre “Cleofás Alamar”, tomo el billete y lo
guardo en la bolsa de su pantalón, hacia unos días antes de que Cleofás tuviera
en sus manos el billete de lotería, un tipo de cara de malhechor, entraba por
la puerta de una tienda de productos, en el mostrador yacían los billetes de
lotería, sin pensarlo dos veces se acerco al mostrador y le pidió al tendero
que le vendiera uno, el tendero tomo la resma, arrancó uno de los billetes de
lotería y se lo dio a Felipe, el cual le pago y le pidió otras varias cosas,
después Felipe salió de la tienda, saco su billete de lotería, y raspo la barra
azul donde abajo se encontraba el numero, junto a él mal habido, estaba un
anciano que con ironía -le dijo- ¡con ese número!, sí que cualquiera puede ser
rico, y se reía el anciano, a lo que Felipe respondió, ¡y tal vez así sea!,
¡viejo decrepito!, y se fue de allí ese
día, rumbo al metro a su ilegal trabajo de hurtar, otro día tuvo que ir a
registrar su nombre a una agencia del gran premio, en donde una mujer era
testigo del nombre del billete, pero Felipe no tenia lapicero sino solo lápiz
así que fue allí en donde escribió su nombre.
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