viernes, 3 de octubre de 2014

Modificado, MUROS DE PAPEL de prueba

 
 
 Muros de Papel.
Historia por
D.E.J.QUILO©
†Todavía Falta Mucho para que Termine†
 
 
†Nombres de los Personajes Principales†
 
v Juan Emeraldo Antuan Castillón
v Alberta de Buena Coral Serpenta
v Ana Gracia Serpenta
v Marie Isabela Vinotte
v Gastón Mercier Magne
v Alberto Mercier
v Lulynd  Menistie
v Lisdy Castillón
v Elvert  Antuan
v Emeraldo Castillón
v Juan Antuan
v Emery de Antuan
v Alice Menistie
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Muros de papel.
D.E.J.QUILO©
 
El menú de pensamientos.
Hola, soy Juan Emeraldo Antuan Castillón , y no importa de dónde soy y de donde vengo, estoy algo barbado, tengo el pelo medio largo y la cejas algo pobladas, tengo 35 años, y no tengo hijos, bueno soy como cualquier hombre común.
El “yo” me culpa, el “yo” me acusa, el “yo” me tiene enojado, realmente no sirvo, solo que en los últimos días me he dado cuenta que la vida puede volverse aburrida y fría, vivo en un cuadro rodeado de cuadros, el piso, las paredes hasta el reloj es cuadriculado, y en las últimos deprimentes días se han trasformado, en un vacio de pensamientos complejos sin final ni comienzo, lo que común mente llamamos, “reflexión”.
Me mude a un apartamento de un viejo y todavía en pie el edificio de dos pisos, con una sola ventana de dos bandas que da hacia el sur y la puerta que da hacia el norte, las paredes están pintadas de blanco con un angosto zócalo color negro, igual que la puerta. Así que, por dentro yo la pinte de blanco, no tengo ningún cuadro colgado de las viejas paredes de mi apartamento, porque al final no sirve de nada recordar el triste, angustioso y feliz pasado de los días que ya se fueron, tengo un pequeño mueble con una fría lámpara, que por cierto también es cuadrada. qué ¡gran cosa!, también una pequeña cocina y refrigerador, la cama que me sirve de reflexionador, pues todas las noches, me acuesto, y recuesto delicadamente mi cabeza en la almohada, y la almohada que se arruga y la frazada que se estira con mis pies, con calcetines viejos o nuevos.
Pero un día ya en la tarde, sentado en medio de mí cuarto en un silloncito cuadrado, solo en compañía de la soledad y mis pensamientos más efímeros de lo que podría ser mi vida, escuche un leve, -toc, toc- en mi pared al otro lado.
Alguien clavaba algo en el apartamento vecino, por desgracia, los apartamentos vecinos separados solo por una fría pared, mire mi reloj cuadrado; eran las 6:30 de la tarde, el toc, toc, duró solo unos segundos, pensé que seguro alguien colgó sus recuerdos y pensamientos en un cuadro o foto familiar, en un pequeño clavo. El día, seguía gris y lluvioso, tal como en los días anteriores, las nubes no querían continuar su camino. El día desde que amaneció había sido oscuro, frio y nublado, de apoco la noche se hizo presente y la débil incesante lluvia continuaba, sin dar tregua a los tejados, afuera de mi ventana tan solo escuchaba el sonido que hacían los autos al pasar y las luces que se reflejaban en los cristales de mi única ventana de dos bandas. Que, por si no podía ser peor, quedaba al lado de una calle poco concurrida, pero era fastidioso, ya que mi apartamento ubicado del lado de enfrente del  viejo edificio, era por donde transitaban carros y  las personas en las irregulares banquetas, y yo solo los observaba en ocasiones, desde mi ventana en el segundo piso.
Esa noche no pude dormir, me daba vuelta de un lado al otro y no había sueño en mis ojos. Después de llegar casi como a las 3:32 de la mañana del otro día, me dormí, y sin esperarlo, sucedió que nueva mente en el apartamento vecino  sonidos y ruidos me despertaron de mi humilde sueño pobre, de pocas horas. Pero esta vez era distinto, como pajarillos que endulzan el día, una suave voz de mujer se elevaba hasta las nubes y regresaba como notas que inspiran al corazón; a pesar de que seguía lloviendo. Que hermosas y suaves notas, se seguían escuchando. Y la melodía casi podía sentirla en mis manos vacías, y mis oídos eran seducidos por tan finos acordes que se entrelazaban en un amor interminable, todo estaba bien, hasta que pensé de nuevo, mis pensamientos me agobiaban, casi como un batallón de arqueros en donde todos al mismo tiempo, soltaban de sus arcos las peligrosas e hirientes flechas de dolor y sarcasmo, pues mi dolor era evidente, en lo único que pensaba era en el rechazo.
Nunca me fue bien en el amor, rechazado, despreciado ¡que más feo que eso puede existir!, tal vez yo era el culpable, pero no me importaba y lo peor era que nada me daba felicidad, -bueno tal vez el arte-, pensaba yo, y ahora en un cuarto de apartamento con paredes blancas cuadriculadas y frías, toda una exquisita despresión, palabra inventada por mí que significa: ¡desesperación trabajada!, es cuando quieres algo, que a propósito no lo obtienes.
Así que, Salí por la puerta blanca por dentro y negra por fuera de mi apartamento deprimente, camine, por el  medio ancho pasío de donde vivo en ese ruin edificio de años, las horas habían corrido como caballos de carrera, y a lo lejos mientras caminaba  escuchaba claramente el sonido que hacia mi zapato cuando se arrugaba  al caminar, tan así era el silencio que envolvía a los apartamentos que hasta mis pensamientos harían más ruido.
Me apresure, pues ya se hacía tarde,  en el restaurante a donde voy a desayunar tengo un amigo que me da comida gratis, sin que nadie lo sepa, antes que el restaurante abra sus puertas, el es muy buen amigo o diría conocido, pues nos hablamos de vez en cuando en tan solo unos segundos y platicamos sobre arte, ya que él es muy bueno dibujando,¿ y porque de mi apuro¿, es porque, llegaba su jefe y no le permitía platicar con nadie, tal vez algo a de saber sobre desayunos gratis.
Ya son las 7:16 de la mañana y como siempre mi amigo me tiene unos panes con un delicioso relleno y un jugo de frutas, y sin pensarlo le agradezco y simplemente me voy caminando, el se sonreía conmigo y me deseaba un buen día, y cuando yo ya iba  a paso ligero por unos cuantos metros de distancia, me gritaba, - oye amigo- ¡a ver cuando hablamos!, y yo sin voltearlo a ver, le contestaba solo con un,- claro que si-, y yo solo me sonreía de él, como si él fuera el confundido y triste, así que continuó  mi marcha, caminando hasta el parque, en el centro del pueblo de PassLovel, el pueblo más aburrido que pude conocer y vivir, y los incesantes pensamientos no me dejan, me siento en una banca, contemplo los arboles que me rodean, los pájaros que vuelan a mi alrededor brincando de árbol en árbol. Ahora no tengo trabajo, yo tenía trabajo, pero nada es perfecto, me despidieron, pero buscare otro, lo bueno es que me pagaron lo último y con eso voy pagando lo necesario, la renta más que todo.
 
Miro mi reloj de muñeca, ya son las 12:11 el tiempo ha pasado y lo miro cansado, todos los días hace lo mismo, girar y girar sin parar pero si no fuera así no sabría que mi almuerzo ya está a punto de llegar, hay una señora muy amable, que meda el almuerzo, pues ella cocina cerca del parque en un pequeño bar, y lo mejor es que cocina exquisito, un día  platicando yo le pregunte si podía trabajar para ella, pero ella fría como el hielo me dijo que no, lo bueno es que siempre me da de comer sin cobrarme y yo no podía dejar pasar esa saciable oportunidad, ella va todos los domingos a misa, tal vez  por eso sea así,- pienso yo-. Pues la amable señora llamada, Alberta de Buena Coral Serpenta, de 58 años de edad, de pelo lacio ondulado castaño oscuro y canoso, y su asombroso vigor -dice ella-. Que para mal de ella, tiene una sobrina que trabaja también en el bar, la sobrina regordeta y libidinosa llamada, Ana Gracia Serpenta, era todo un mal, pues la desfachatez de llevar hombres al bar para ella, y tomarse con ellos todo el licor que quisieran sin pagar, a cambio de manoseos descarados de mal vulgar, realmente, era la  Ana Desgracia Serpenta caminando.
Para mi mal, como toda amable señora de buen corazón, Alberta de Buena Coral le permitía a su sobrina Ana Gracia Serpenta, entre risas y sandeces, la deplorable situación, a la que me llevaría, hasta terminar siendo el prometido, de su vulgar sobrina por un almuerzo al día. Eso fue lo que la buena señora me dijo sin ninguna risa en su rostro, así que pensé que lo había dicho en verdad, pero yo como un buen rufián, me las arreglaba para nunca encontrarme con dicha y vulgar mujer. Y siempre recibía  mi delicioso almuerzo, así como el día de hoy, a un que estuviera frio.
Pues el engaño era mi mejor aliado en esta guerra de suposiciones y deseos, y hoy cuando mi reloj marca las 12:14 del medio día  la señora Alberta, aparece con una bolsa de tela que dentro de ella contiene unos recipientes de vidrio que luego le devolveré, yo la espero en el parque y como su bar esta cerca, ella me trae el almuerzo, y aquí es donde el engaño hace su tarea, le digo que estoy ayudando a un párroco que es bien bravo, entonces ella solo me saluda, yo la saludo y me despido y le doy unos engañosos saludos para su sobrina vulgar, y de esta manera me encuentro de camino, a mi deprimente departamento de paredes blancas en donde me acompaña la graciosa soledad que a la vez es triste.
Ahora me encuentro subiendo de nuevo las viejas escaleras de este aburrido edificio, camino por el pasío, dejando atrás puerta por puerta hasta que llego a la mía, giro la manija de la puerta, la puerta que rechina y la despresión aparece. En medio de mi cuarto un silloncito cuadrado me espera, me siento en él, y ahí solo, los pensamientos continúan acechándome, miro a la puerta con la mirada perdida en el universo de mi interior, volteo la cabeza mirando a la ventana veo que comienza a lloviznar y entonces vuelvo a ver hacia la puerta, solo que bajo la mirada a donde el piso se encuentra con ella, cuando algo me toma por sorpresa, por debajo de la puerta se desliza una pequeña pero colorida tarjeta improvisada a mano, me quedo como congelado, algo me seduce, siento que la aburrida habitación se pinta de cientos de colores, entonces más cerca que lejos, escucho el sonido de una puerta que se cierra, mis oídos no me mienten, el sonido provenía del apartamento vecino, ¡que dicha la mía!, porque después de haber escuchado y despertado en la mañana con esa dulce y suave voz, el corazón me golpeaba a ritmo de tambores. de a poco me voy descongelando, doy el primer paso, derecho, izquierdo hasta que llego a la tarjeta

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