Muros de papel.
D.E.J.Quilo©
El menú de
pensamientos.
Hola, soy Juan
Emeraldo Antuan De Castilla, y no importa de dónde soy y de donde vengo, estoy
algo barbado, tengo el pelo medio largo y la cejas algo pobladas, tengo 35
años, y no tengo hijos, bueno soy como cualquier hombre común.
solo que en los
últimos días me he dado cuenta que la vida puede volverse aburrida y fría, vivo
en un cuadro rodeado de cuadros, el piso, las paredes hasta el reloj es
cuadriculado, y en las últimos deprimentes días se han trasformado, en un vacio
de pensamientos complejos sin final ni comienzo, lo que común mente llamamos,
reflexión.
Me mude a un
apartamento de un viejo y todavía en pie edificio de dos pisos, con una sola
ventana de dos bandas que da hacia el sur y la puerta que da hacia el norte,
las paredes están pintadas de blanco con un angosto zócalo color negro, igual
que la puerta. Así que, por dentro yo la pinte de blanco, no tengo ningún
cuadro colgado de las viejas paredes de mi apartamento, porque al final no
sirve de nada recordar el triste y angustioso feliz pasado de los días que ya
se fueron, tengo un pequeño mueble con una fría lámpara que por la verdad es
cuadrada. que gran cosa, también una pequeña cocina y refrigerador, la cama que
me sirve de reflexionador, pues todas las noches me acuesto, y recuesto
delicadamente mi cabeza en la almohada, y la almohada que se arruga y la
frazada que se estira con mis pies, con calcetines viejos o nuevos.
Pero un día ya
en la tarde, sentado en medio de mí cuarto en un silloncito cuadrado, solo en
compañía de la soledad y mis pensamientos más efímeros de lo que podría ser mi
vida, escuche un leve, toc, toc, en mi pared al otro lado.
Alguien clavaba
algo en el apartamento vecino, por desgracia, los apartamentos vecinos
separados solo por una fría pared, mire mi reloj cuadrado, eran las 6:30 de la
tarde, el toc, toc, duro solo unos segundos, pensé que seguro alguien colgó sus
recuerdos y pensamientos en un cuadro o foto familiar, en un pequeño clavo. El
día, seguía gris y lluvioso, tal como en los días anteriores, las nubes no
querían continuar su camino. El día desde que amaneció había sido oscuro, frio
y nublado, de apoco la noche se hizo presente y la débil incesante lluvia
continuaba, sin dar tregua a los tejados, afuera de mi ventana tan solo
escuchaba el sonido que hacían los autos al pasar y las luces que se reflejaban
en los cristales de mi única ventana de dos bandas. Que, por si no podía ser
peor, quedaba alado de una calle mínima mente concurrida, pero era fastidioso, ya
que mi apartamento ubicado del lado de enfrente del viejo edificio, era por donde transitaban
carros y las personas en las irregulares
banquetas, y yo solo los observaba en ocasiones, desde mi ventana en el segundo
piso.
Esa noche no
pude dormir, me daba vuelta de un lado al otro y no había sueño en mis ojos.
Después de llegar casi como a las 3:32 de la mañana del otro día, me dormí, y
sin esperarlo, sucedió que nueva mente en el apartamento vecino sonidos y ruidos me despertaron de mi humilde
sueño pobre de pocas horas. Pero esta vez era distinto, como pajarillos que
endulzan el día, una suave voz de mujer se elevaba hasta las nubes y regresaba
como notas que inspiran al corazón; a pesar de que seguía lloviendo. Que
hermosas y suaves notas, se seguían escuchando. Y la melodía casi podía sentirla
en mis manos vacías, y mis oídos eran seducidos por tan finos acordes que se
entrelazaban en un amor interminable, todo estaba bien, hasta que pensé de
nuevo, mis pensamientos me agobiaban, casi como un batallón de arqueros en
donde todos al mismo tiempo, soltaran de sus arcos las peligrosas y hirientes
flechas de dolor y sarcasmo, pues mi dolor era evidente, en lo único que
pensaba era en el rechazo.
Nunca me fue
bien en el amor, rechazado, despreciado que más feo que eso puede existir, tal
vez yo era el culpable, pero no me importaba y lo peor era que nada me daba
felicidad, bueno tal vez el arte, pensaba yo, y ahora en un cuarto de apartamento
con paredes blancas cuadriculadas y frías, toda una exquisita despresión,
palabra inventada por mí que significa: desesperación trabajada, es cuando
quieres algo, que apropósito no lo obtienes.
Así que, Salí
por la puerta blanca por dentro y negra por fuera de mi apartamento deprimente,
camine por el medio ancho pació de donde
vivo en ese ruin edificio de años, las horas habían corrido como caballos de
carreras, y a lo lejos mientras caminaba
escuchaba clara mente el sonido que hacia mi zapato cuando se
arrugaba al caminar, tan así era el
silencio que envolvía a los apartamentos que hasta mis pensamientos harían más
ruido.
Me apresure,
pues ya se asía tarde, el restaurante a
donde voy a desayunar tengo un amigo que me da comida gratis, sin que nadie lo
sepa, antes que el restaurante abra sus puertas, el es muy buen amigo o diría
conocido, pues nos hablamos de vez en cuando en tan solo unos segundos y
platicamos sobre arte, ya que él es muy bueno dibujando, y porque de mi apuro,
es porque, llegaba su jefe y no le permitía platicar con nadie, tal vez algo a
de saber sobre desayunos gratis.
Ya son las 7:16
de la mañana y como siempre mi amigo me tiene unos panes con un delicioso
relleno y un jugo de frutas, y sin pensarlo le agradezco y simplemente me voy
caminando, el se sonría con migo y me deseaba un buen día, y cuando yo, ya iba a paso liguero por unos cuantos metros de
distancia, me gritaba, - hoye amigo- haber cuando hablamos, y yo sin voltearlo
a ver, le contestaba solo con un,- claro que si-, y yo solo me sonría de él,
como si él fuera el confundido y triste, así que continuó mi marcha, caminando hasta el parque, en el centro
del pueblo de PassLovei, el pueblo más aburrido que pude conocer y vivir, y los
incesantes pensamientos no me dejan, me siento en una banca, contemplo los
arboles que me rodean, los pájaros que vuelan a mi alrededor brincando de árbol
en árbol. Ahora no tengo trabajo, yo tenía trabajo, pero nada es perfecto, me
despidieron, pero buscare otro, lo bueno es que me pagaron lo último y con eso
voy pagando lo necesario, la renta mas que todo.
Miro mi reloj de
muñeca, ya son las 12:11 el tiempo a pasado y lo miro cansado, todos los días
hace lo mismo, girar y girar sin parar pero si no fuera así no sabría que mi
almuerzo ya está a punto de llegar, hay una señora muy amable, que meda el almuerzo,
pues ella cocina cerca del parque en un pequeño bar, y lo mejor es que cocina
exquisito, un día platicando yo le
pregunte si podía trabajar para ella, pero ella fría como el hielo me dijo que
no, lo bueno es que siempre me da de comer sin cobrarme y yo no podía dejar
pasar esa saciable oportunidad, ella va todos los domingos a misa, tal vez por eso sea así, pienso yo. Pues la amable señora
llamada, Alberta de Buena Coral Serpenta, de 58 años de edad, de pelo lacio
ondulado castaño oscuro y canoso, y su asombroso vigor dice ella. Que para mal
de ella, tiene una sobrina que trabaja también en el bar, la sobrina regordeta
y libidinosa llamada, Ana Gracia Serpenta, era todo un mal, pues la desfachatez
de llevar hombres al bar para ella, y tomarse con ellos todo el licor que
quisieran sin pagar, a cambio de manoseos descarados de mal vulgar, real mente,
era la Ana Desgracia Serpenta caminando.
Para mi mal, como
toda amable señora de buen corazón, Alberta de Buena Coral le permitía a su
sobrina Ana Gracia Serpenta, entre risas y sandeces, la deplorable situación, a
la que me llevaría, hasta terminar siendo el prometido, de su vulgar sobrina
por un almuerzo al día. Eso fue lo que la buena señora me dijo sin ninguna risa
en su rostro, así que pensé que lo había dicho en verdad, pero yo como un buen
rufián, me las arreglaba para nunca encontrarme con dicha y vulgar mujer. Y
siempre recibía mi delicioso almuerzo,
así como el día de hoy, a un que estuviera frio.
Pues el engaño
era mi mejor aliado en esta guerra de suposiciones y deseos, y hoy cuando mi
reloj marca las 12:14 del medio día la
señora Alberta, aparece con una bolsa de tela que dentro de ella contiene unos
recipientes de vidrio que luego le devolveré, yo la espero en el parque y como
su bar esta cerca, ella me trae el almuerzo, y aquí es donde el engaño hace su
tarea, le digo que estoy ayudando a un párroco que es bien bravo, entonces ella
solo me saluda, yo la saludo y me despido y le doy unos engañosos saludos para
su sobrina vulgar, y de esta manera me encuentro de camino, a mi deprimente
departamento de paredes blancas en donde me acompaña la graciosa soledad que a
la vez es triste.
Ahora me
encuentro subiendo de nuevo las viejas escaleras de este aburrido edificio,
camino por el pació, dejando atrás puerta por puerta hasta que llego a la mía,
giro la manija de la puerta, la puerta que rechina y la despresión aparece. En
medio de mi cuarto un silloncito cuadrado me espera, me siento en él, y ahí
solo, los pensamientos continúan acechándome, miro a la puerta con la mirada
perdida en el universo de mi interior, volteo la cabeza mirando a la ventana
veo que comienza a lloviznar y entonces vuelvo a ver hacia la puerta, solo que
bajo la mirada a donde el piso se encuentra con ella, cuando algo me toma por
sorpresa, por debajo de la puerta se desliza una pequeña pero colorida tarjeta
improvisada a mano, me quedo como congelado, algo me seduce, siento que la
aburrida habitación se pinta de cientos de colores, entonces más cerca que
lejos, escucho el sonido de una puerta que se cierra, mis oídos no me mienten,
el sonido provenía del apartamento vecino, que dicha la mía, porque después de
haber escuchado y despertado en la mañana con esa dulce y suave voz, el corazón
me golpeaba a ritmo de tambores. de apoco me voy descongelando, doy el primer
paso, derecho, izquierdo hasta que llego a la tarjeta colorida, en ella hay
dibujado un oso de peluche rosa, pintado a acuarela, con un lindo bosque verde
de fondo y varias mariposas color azul.
Ahora mis
pensamientos de hace unos minutos ya no me acechan, la brutalidad de ellos comienza
a disminuir y a desaparecer, por unos nuevos y frescos de color rosa, verde y
azul. No puedo dejar de ver la tarjeta, le doy vuelta, y leo la letra de una
dama, la cual tiene finas terminaciones con las cuales me invita a
celebrar un cumpleaños, donde aclara,
que no tengo que traer con migo un regalo. La tarjeta me invitaba al cumpleaños
de Marry Isabela Vinotte de 3 años que cumpliría 4 años, y exactamente aquí fue
cuando mi enfermedad comenzó en mi mente, no una mala enfermedad, sino una
buena, ahora mis pensamientos eran distintos, y aun que por minutos volvían los
malos, en segundos desaparecían. De apoco llego la noche y la lluvia regreso
pero más fuerte, me sentaba en la cama, y comía de lo que me sobraba del
almuerzo, me paraba y caminaba de un lado al otro no podía dejar de pensar en
la tarjeta de cumpleaños, y yo solo la miraba de lejos en el lado derecho de mi
cama, eran las 11:22 de la noche y la lluvia continuaba golpeando mi ventana,
de pronto me dio sueño, y me dormí pensando en la tarjetita.............
historia de D.E.J.QUILO