La Prisión de Atamarna y La Batalla del Amanecer.
El Convicto 05050
Historia Corta Por
Elías Quilo
©D.E.J.QUILO
La Prisión de Atamarna y La Batalla del Amanecer.
En la mañana cuando los presos se levantaban, con el
sonido de las rejas que se abrían y cerraban, y ante su asombro se encontraban
con una reja destruida, precisamente en la celda 05050, ahora una intermitente
luz roja y un sonido rechinante ponía a los presos en alerta, de pronto las
luces comenzaron a fallar, lo que los presos no sabían era que, no solo Caín,
estaba allí, hacía mucho tiempo que en la prisión de Atamarna, tenían encerrado
a un preso igual de callado que Caín, su nombre era “Manotar”, pero al igual
que Caín, era distinto, y lo peor de todo decidió ese día, salir a pasear y a
cazar, Caín, sabía que esta prisión no era lo que parecía, mucho tiempo atrás,
existió una organización, llamada “La Legión”, la cual estudiaba a la
oscuridad, y engendros del mal, todos los presos eran solo un pretexto, pues
estaban allí, por su sangre, en una ocasión Caín, observo dentro de las
prisiones del área “D”, un día que lo llevaban a lo más profundo de la prisión,
como un hombre demacrado era devorado por algo, o alguien, así que, Caín no era
el único hombre con algo especial, y Judá, J.J Judas, como le decían, lo
comprobaría, un rugido estremecedor, casi como el grito de un hombre mezclado
con el de una bestia, se escucho profundamente en los corredores de la prisión,
a la misma vez, se escucho una voz, ¡corran!, era Caín, hasta ese momento, el
misterioso prisionero de la celda 05050 había sido un misterio, pero con su
porte, de piedra, su cara tosca y seria, se enfrentaría a muerte con un
engendró del mal, ¡te conozco! Caín, ¡hijo de Rafel!, -dijo el engendro-, con
una voz garras posa, ¡el ultimo traidor!, ¡crees que no sabíamos quien eras!,
desde que creciste te, desde que mataste a esos corruptos, ¡Tu destino está con
Nosotros! ¡Alafel!, Caín, no dijo palabra, frunció el ceño, arranco un yero
retorcido, y lo clavo en el costado del engendro, ante la mirada asombrada de
los presos, el engendro se extrajo el punzante metal, Crees que me puedes
matar, le dijo, no tienes el poder, de pronto se escucho un estruendo, como si
un relámpago pegara en el suelo, polvo se alboroto en el aire, mientras de
apoco se disipaba el polvo, el engendro, negaba la existencia de alguien, pues
ante sus ojos estaba parado con alas, y ropas roídas, ¡Rafel!, como es posible,
dijo el engendro, eres un caído, un traidor, lose, dijo Rafel, tal vez si te
mato obtenga estar en casa nuevamente, pero yo soy, “Manotar”, la sombra de los
tiempos, dijo el engendro, riéndose muy seguro, eso está por verse, dijo Rafel,
mi hijo, Caín, un despreciado, un asesino, redimirá mi nombre, pues como sabes
bien, el es ¡Alafel!, el que se guarda puro, pues el Grande, lo sabe todo, en
ese mismo instante, Caín callo de rodias al suelo, sus ojos le brillaban como
luces, las venas de sus manos y cuerpo se encendían brillantes como brazas, en
medio de la luz, intermitente, y el sonido rechinante, de la oscuridad
surgieron, otros engendros mas, estamos en familia, -dijo Manotar- riéndose
confiadamente, ¡Caín, también tiene familia!, no lo sabías, -dijo Judá-, un
gran nombre, para un débil hombre, -dijo Manotar-, Cierra la boca, Bestia,
-dijo Judá-, entonces la batalla comenzó, -Manotar dijo-, Mátenlos, beban su
sangre, yo matare a Rafel, sin el padre, el hijo no es nada, los engendros
saltaron sobre los asustados presos, comenzaron matando a los más valientes,
mientras eso sucedía, Caín en el suelo, se transformaba en lo que siempre fue,
un soldado, un Angel, Rafel, peleaba a muerte, con Manotar, y Judá, y algunos
otros presos se refugiaban con todo, de uno de los engendros, la batallas de la
prisión de Atamarna estaba perdida, pero el dolor, que purifica, llego a su
fin, Caín, ahora era un Ángel, “Alafel”, el puro, como oro había sido pasado por el calor del fuego, Manotar, dijo,
deja ya tus errores, vomita toda tu maldad, deja de corromper los tiempos, pues
tu fin a llegado, Caín, tus manos son tan grandes, dijo Judá, Si, -dijo Rafel-,
el Ángel que golpeara con mano de hierro, entonces el tiempo se detuvo por un
instante, Caín, el que tan solo unas horas atrás no sabía quién era, ahora era
un soldado, de la luz, tomo a Manotar del cuello, y lo estrello en el suelo, y
entonces Cain, el llamado Alafel, dijo, Como dijisteis, Manotar, sin el padre,
no perdurara el hijo, y tus engendros morirán hoy, con tu muerte, entonces
Rafel quien estaba mal herido después de estar peleando con Manotar,
arrinconado, con su espada en su mano, dijo, hijo, Caín, aquí esta “Surco”, mi
espada, Caín, tomo la espada, Manotar, mal herido, en sus últimas fuerzas
quería pelear, cierra la boca, hijo del mal, no fuiste, y nunca más serás, y
Caín le corto la cabeza, un remolino de humo surgió de la nada, y como un
huracán absorbió a todos los demás engendros…….mientras caí el polvo, una paz,
podía sentirse en un lugar el cual era lúgubre, el sonido rechinante había
desaparecido, y aun qué las luces, se apagaban y encendían todavía, todo estaba
en paz, los presos que habían sobrevivido, salieron de sus celdas, Judá, estaba
herido, pero vivo, Rafel, sus heridas sanaban muy rápido, y Caín, con su espada
en la mano, heredada por su padre, solo esperaba su destino.
Así que te
llamas, “Alafel”, ¡he, -dijo Judá-, -se rio-, quien hubiera pensado que el
convicto, de la celda 05050, era un soldado del cielo, y nosotros todos siempre
fuimos presas y no presos, si, siempre fue así, -dijo Caín-, después de estar
tan misterioso, en tu celda, dijo Judá, y ahora que aras, Caín, no le
respondió, bajo las escaleras y salió por la reja de salida, en cambio, Rafel,
respondió por él, ahora, seguirá cazando, esa era mi encomienda ahora es la de
él, Rafel, y tu, -dijo Judá-, ¡yo! -dijo Rafel-, ya no soy más un soldado, pero
he pagado mi traición, con dolor, tus alas ya no están, si, así tiene que
ser………mientras Caín, quien siempre estuvo solo, iniciaba un camino, caminando
por un camino de tierra que a los lados tenía un frondoso bosque, con las ropas
de convicto, y sus grnadiosas alas de águila recogidas y en su mono derecha,
empuñada llevaba a “Surco”, la espada de Rafel, ese día estaba nublado.
fin